Extractos de Pastoral 7, Pasto, 12 de junio de 1897:
" [...] Jesús está entre nosotros, pero parece que se ignora esta hermosa y
consoladora verdad. ¿Quién piensa en Él? ¿Quién lo visita? ¿Quién se acerca al
sagrario, donde espera día y noche? ¡Ah! En ciertas horas del día, nuestros
templos están completamente desiertos, y Jesús, el dulce Jesús, solo…
olvidado… abandonado...
[...] La Iglesia tiene que mandar que se le reciba una vez...
siquiera una vez al año... y ¡oh dolor! ni una vez siquiera lo reciben muchos
cristianos, no digo en el año, pero ni en diez... ni en veinte... ni en treinta o más
años; acaso no lo han recibido más que en la primera comunión que hicieron
cuando niños, y ya son viejos y están cercanos a comparecer ante Aquel a quien
no quisieron recibir en la tierra...
La ingratitud de los hombres para con Jesucristo sacramentado va aún
más allá de lo que dejamos dicho: llega a la irreverencia y al desprecio. Se ven
hombres que, en presencia de la hostia consagrada, no doblan ya la rodilla… Se
ven otros en posturas que no se permitirían guardar en una reunión de gente
medianamente culta y educada. Otros con espíritu distraído, más aún, volviendo
la vista a todos lados; buscando un ídolo a quien tributar el homenaje de amor debido a Jesucristo. Otros, en fin, ríen, hablan y juegan en presencia de Jesús
sacramentado, mientras los serafines tiemblan y se postran reverentes ante su
divina Majestad.
[...] ¡Almas cristianas! ¡Acompañad a Jesucristo en esos días de reparación! [...] ¡Honor y gloria a Jesucristo sacramentado! ¡Honor y gloria de
Jesucristo sacramentado! ¡Bendito y alabado sea para siempre el Santísimo
Sacramento del Altar! ¡Mil y millones de millones de veces sea bendito y
alabado el Santísimo Sacramento del Altar!