miércoles, 28 de octubre de 2020

Sociedad, política y aborto.

Sólo soy un simple laico y lo último que pretendo aquí es hablar de política, pero pronto van a ser las elecciones en los Estados Unidos y el nudo gordiano de estas es el asesinato de niños más conocido como el aborto. Confieso que ni siquiera sé demasiado sobre política norteamericana, pero si se distinguir el bien del mal, y lo que quieren algunos políticos, por muy catolicos que se consideren algunos (hay que orar a Dios por ellos), es un asesinato de niños.

Antes era más partidario de decir las cosas relacionadas con este tema de una forma más suave y diplomática, pero me he dado cuenta de que estamos en unos tiempos que como no digamos las cosas lo suficientemente claras, muchas personas no se enteran.

El interés de algunos politicos e ingenieros sociales por promover el aborto, incluso poco antes de nacer, es patólogico y enfermizo. Nos quieren vender que las multitudes quieren abortar y es mentira. La mayoría de la gente está en contra del aborto, independientemente de que sean creyentes, o no.

No se trata de juzgar a nadie, sino de las acciones. Si una persona se arrepiente del crimen del aborto, y pide perdón a Dios, puede ser perdonada por Dios. Pero es necesario arrepentirse.

Entre los defensonres del aborto, que insisto que son menos de lo que se quiere hacer creer, algunos dicen: "cualquiera puede tener un desliz..." 

Pues si se tiene un "desliz", se actúa responsablemente, y se tiene al hijo. 

Porque lo que está de fondo aquí es que esa nueva persona molesta. Por esa regla de tres en el día a día hay personas que nos pueden molestar, y no por eso los matamos. Pero claro, como la criatura no se puede defender , ni hablar, y además hay leyes que nos amparan, pues nos los quitamos de en medio. Vaya una basura de sociedad hipócrita que quieren algunos políticos.

Y es que el aborto es un negocio internacional que mueve muchísimo dinero. Ahí están los videos de conocidas organizaciones norteamericanas en los que se comercia con todo tipo de órganos de niños. También se utilizan para cosmética y para algunos sectores de la industria farmacéutica.

Si bien es cierto que la mayoría de la gente no ve bien el aborto, desgraciadamente también es verdad que la mayoría calla. Pero no se puede ser neutral. Nos rasgamos las vestiduras, con razón, por el nazismo. Pues a ver si vamos a ser peores, porque las cifras de asesinatos por aborto dan escalofríos. Esta situación debe revertirse si no queremos pasar por una generación genocida e involucionada para la historia y en el Día del Juicio Final. 

En cuanto se produce la fecundación, hay vida humana. No es solo religión, es ciencia también.

Si quieren el voto católico que dejen de asesinar niños.

IFC.

lunes, 26 de octubre de 2020

Incertidumbres sacerdotales

Varias veces he escuchado esta historia. Tal vez sea una leyenda urbana o una de esas historias "refranescas" que se cuentan para suscitar una moraleja:

"Había dos jóvenes amigos seminaristas. Se ordenaron sacerdotes el mismo día. Estaban los dos muy contentos. Pero tiempo después uno de ellos empezó a experimentar dudas vocacionales. Pensaba que se había equivocado , que lo mejor para el era colgar el clerigman, casarse y formar una familia. Y así lo hizo. Abandonó el sacerdocio. 

Su amigo lo lamentó pero le deseó suerte en su nueva andadura vital. Pasaron los años y el sacerdote y su amigo se reencontraron. El exsacerdote (es una forma de hablar para decir que no ejercía, el sacerdocio es para siempre porque es un sacramento que imprime carácter) llevaba ya años casado. Su amigo cura le preguntó por estos años, si era feliz, y se sentía realizado.

La respuesta del ex sacerdote con ojos lacrimosos fue: 

- "Si lo llego a saber, no me caso nunca". 

Esta historia no pretende ser representativa de lo que le ocurra a todo el que abandone el sacerdocio, pero he querido contarla para reflexionar sobre como a veces nos engañan los sentimientos, y como en algunas ocasiones el demonio puede aprovecharlos para sacarnos de nuestro sitio y vocación.

Y es que como dice la Biblia, "el corazón del hombre es engañoso". Es el eterno descontento y las tentaciones se presentan: el casado quisiera estar soltero, el contemplativo quisiera darse a la vida activa, el viejo ser joven, el adolescente ser adulto, etc... La tentación es no estar en lo nuestro, en lo que nos corresponde, en nuestras responsabilidades. 

Es absolutamente normal tanto en las vocaciones profesionales como cristianas (sacerdocio, matrimonio, vida religiosa, vida laical) empezar con mucho ánimo y alegría, pero con el tiempo se deja sentir la rutina, cierto cansancio... pero si algo tenemos que saber los cristianos es que nuestra fe y vocación no dependen únicamente de los sentimientos. 

Los sentimientos cumplen una función muy importante pero a veces son muy engañosos, volubles y cambiantes. Hasta la persona más equilibrada lo ha experimentado: te levantas animado, a mediodía te desinflas, por la tarde te comes el mundo de la energía que tienes y por la noche estás harto de todo.

Precisamente la perseverancia en la fidelidad a Dios cuando no sentimos nada, cuando estamos áridos, es cuando nuestro amor más se purifica, y cuando el Señor está subiéndonos a grados espirituales más elevados por nuestra caridad desinteresada. Es fácil amar a Dios y al prójimo cuando todo son emociones embriagadoras, pero Dios busca hacernos madurar en un amor purificado de intereses. Y esto vale para todas las vocaciones: sacerdocio, matrimonio, vida religiosa, vida laical.

Pero quiero enfocarme en el tema del sacerdocio. A veces pienso en cómo los laicos podemos animar a los sacerdotes cuando se sienten solos. A menudo se dice que hay que que invitarlos a un café, a casa a comer y cosas así. Me parece bien, pero también hay sacerdotes que no quieren, y además los laicos no podemos estar siempre encima. Soy más partidario de las hermandades sacerdotales.



He visto que muchas funcionan muy bien. Eso sí, dentro de la ortodoxia doctrinal, porque juntarse para tonterías modernistas y experimentos anti doctrinales sólo puede llevar al desastre. Si se hace bien los sacerdotes se reafirman unos a otros en su vocación y se acompañan.

Por otra parte, ante las dificultades que padecen los sacerdotes, agudizadas por los tiempos que vivimos quisiera recordarles que la vida es transitoria y difícil para todos los cristianos, como nos advirtió el Señor, y si alguien sufrió soledades y sufrimientos fue Él.

Tenemos todos a veces la tentación de pensar que si abandonamos nuestras  vocaciones e hiciéramos otro tipo de vida, todo sería más fácil y no es cierto. Toda vocación  y situación tiene su cruz.

Por ejemplo: 

- Muchos laicos cristianos vivimos en una especie de "soltería forzada" y soledad por las circunstancias. Y creedme: no es fácil estar sólo cuando rondas los cuarenta y empiezas a no ser tan joven. En una sociedad neopagana encontrar alguien con fe y buena voluntad para casarse está empezando a ser algo realmente difícil.

- Las personas casadas también tienen duras pruebas: sostenimiento económico de la familia en plena crisis, trabajar con un sueldo ridículo, preocupación por los hijos, desencuentros...

Por supuesto, todas las vocaciones tienen sus alegrías y gozos. Pero he resaltado la parte sufriente porque todos a veces nos creemos que nuestra cruz es la más grande y que haciendo otras cosas estaríamos "más plenos". Y no es verdad.

Todos los cristianos debemos evitar caer en el pesimismo, mirar lo positivo en nuestras responsabilidades, abandonarnos con paz en Dios y si sufrimos, unir nuestros sufrimientos a los de Cristo, para corredimir y desagraviar, que falta hace.

Y a los sacerdotes hay que decirles que ante el desánimo piensen en cuanto los necesitamos. Su función es primordial en la Iglesia. Tienen la sagrada y hermosa misión de administrar los sacramentos In Persona Christi. Que eso es ser sacerdote, y no otras cosas.

IFC

jueves, 15 de octubre de 2020

Santa Teresa de Jesús: san José

 Del "Libro de la Vida" de santa Teresa de Jesús. Capítulo 6. 6-8: 

"[...] Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.

 Esto han visto otras algunas personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia; y aun hay muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad. 

[...] Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío.   
 
[...] Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino". 

Santa Teresa de Jesús. El libro de la vida

Fragmentos de "El libro de la vida". 

Del capítulo 19. 15:


- "[...] Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer, y no se acuerda de nuestra ingratitud, cuando nosotros, conociéndonos, queremos tornar a su amistad, ni de las mercedes que nos ha hecho para castigarnos por ellas; antes ayudan a perdonarnos más presto, como a gente que ya era de su casa y ha comido, como dicen, de su pan. Acuérdense de sus palabras y miren lo que ha hecho conmigo, que primero me cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir. Sea bendito para siempre, amén, y alábenle todas las cosas".

Del capítulo 25. 21-22: 

- "¡Qué espantados nos traen estos demonios, porque nos queremos nosotros espantar con otros asimientos de honras y haciendas y deleites!, que entonces, juntos ellos con nosotros mismos que nos somos contrarios amando y queriendo lo que hemos de aborrecer, mucho daño nos harán. Porque con nuestras mismas armas les hacemos que peleen contra nosotros, poniendo en sus manos con las que nos hemos de defender. Esta es la gran lástima. Mas si todo lo aborrecemos por Dios, y nos abrazamos con la cruz, y tratamos servirle de verdad, huye él de estas verdades como de pestilencia. Es amigo de mentiras, y la misma mentira; no hará pacto con quien anda en verdad[...]. 

 Plega al Señor que no sea yo de éstos, sino que me favorezca Su Majestad para entender por descanso lo que es descanso, y por honra lo que es honra, y por deleite lo que es deleite, y no todo al revés, y ¡una higa para todos los demonios!, que ellos me temerán a mí. No entiendo estos miedos: "¡demonio! ¡demonio!", adonde podemos decir: "¡Dios ¡Dios!", y hacerle temblar. Sí, que ya sabemos que no se puede menear si el Señor no lo permite. ¿Qué es esto? Es sin duda que tengo ya más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada [...]¡Bendito sea el Señor que tan de veras me ha ayudado!".

Del capítulo  33. 12:

- "Hacíaseme la casa muy chica [...] también harto pequeña, para hacer la iglesia; y acabando un día de comulgar, díjome el Señor: Ya te he dicho que entres como pudieres. Y a manera de exclamación también me dijo: ¡Oh codicia del género humano, que aun tierra piensas que te ha de faltar! ¡Cuántas veces dormí yo al sereno por no tener adonde me meter!. Yo quedé muy espantada y vi que tenía razón [...]".

Del capítulo 40. 1:

- "Dijéronme, sin ver quién, mas bien entendí ser la misma Verdad: No es poco esto que hago por ti, que una de las cosas es en que mucho me debes. Porque todo el daño que viene al mundo es no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad. No faltará una tilde de ella. A mí me pareció que siempre yo había creído esto, y que todos los fieles lo creían. Díjome: ¡Ay, hija, qué pocos me aman de verdad! que si me amasen, no les encubriría Yo mis secretos. ¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender que todo es mentira lo que no es agradable a mí. Con claridad verás esto que ahora no entiendes, en lo que aprovecha a tu alma".

Santa Teresa de Jesús: cómo se ven en Dios todas las cosas

Algunos fragmentos de "Libro de la vida". Santa Teresa de Jesús.

Del capítulo 40.9-11

La santa explica cómo vió en Dios todas las cosas:


- "Estando una vez en oración, se me representó muy en breve (sin ver cosa formada, mas fue una representación con toda claridad), cómo se ven en Dios todas las cosas y cómo las tiene todas en Sí. Saber escribir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma, y es una de las grandes mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me han hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he hecho.


Creo, si el Señor fuera servido viera esto en otro tiempo y si lo viesen los que le ofenden, que no tendrían corazón ni atrevimiento para hacerlo. [...] Digamos ser la Divinidad como un muy claro diamante, muy mayor que todo el mundo, o espejo, a manera de lo que dije del alma en estotra visión, salvo que es por tan más subida manera, que yo no lo sabré encarecer; y que todo lo que hacemos se ve en ese diamante, siendo de manera que él encierra todo en sí, porque no hay nada que salga fuera de esta grandeza. Cosa espantosa me fue en tan breve espacio ver tantas cosas juntas aquí en este claro diamante, y lastimosísima, cada vez que se me acuerda, ver que cosas tan feas se representaban en aquella limpieza de claridad, como eran mis pecados. Y es así que, cuando se me acuerda, yo no sé cómo lo puedo llevar, y así quedé entonces tan avergonzada, que no sabía, me parece, adónde me meter. 

¡Oh, quién pudiese dar a entender esto a los que muy deshonestos y feos pecados hacen, para que se acuerden que no son ocultos, y que con razón los siente Dios, pues tan presentes a la Majestad pasan, y tan desacatadamente nos habemos delante de El! 

Vi cuán bien se merece el infierno por una sola culpa mortal, porque no se puede entender cuán gravísima cosa es hacerla delante de tan gran Majestad, y qué tan fuera de quien El es son cosas semejantes. Y así se ve más su misericordia, pues entendiendo nosotros todo esto, nos sufre. 

Hame hecho considerar si una cosa como ésta así deja espantada el alma, ¿qué será el día del juicio cuando esta Majestad claramente se nos mostrará, y veremos las ofensas que hemos hecho?[...]"