miércoles, 17 de enero de 2018

Dejarse salvar.

Casi todo el mundo, tanto creyentes como ateos y agnósticos, se quejan de que la humanidad no va bien, de que no podemos estar así. Estamos todos de acuerdo en el diagnóstico de la "enfermedad", pero no en tomar la "medicina". Ese no "ir bien" de la humanidad se llama pecado y la "medicina" es Cristo.

Cómo han advertido los últimos Papas que la cuestión fundamental es la pérdida de sentido de pecado. Seamos francos, Cristo vino al mundo para redimirnos y ayudarnos con su gracia en nuestra insuficiencia frente al pecado.

El sabio por antonomasia es el buen ladrón. Es mi santo favorito. El comprendió lo que la humanidad debe entender. Estaba en la cruz junto al señor, reconoció su fragilidad y sus pecados y pidió ayuda al Señor. Y la recibió. Ese mismo día entró en el Paraíso.


Cristo en la Cruz y el Buen Ladrón, 1565 de Tiziano Vecelli

Esta es la Buena Nueva, que Cristo nos redimió. Así ha sido siempre, pero el hombre de hoy, al abandonar la idea del pecado, no logra entender bien el Evangelio.



No se trata de una visión pesimista del hombre. Nunca negó el cristianismo que el hombre sea capaz de buenas y grandes cosas, pero está claro que el desorden que hay en la sociedad tiene su origen en el desorden interno que el pecado original dejó en nosotros. El bautismo borra el pecado original, pero como consecuencia de éste, nuestra naturaleza está, en ciertos aspectos, como debilitada.

Tenemos que luchar contra nuestros pecados. El Señor mediante los Sacramentos de la Iglesia, nos ayuda a ser mejores. La Virgen María también nos ayuda. No hay que desanimarse frente a nuestras deficiencias. Si cada vez que pecamos acudimos al sacramento de la confesión y recomenzamos, Dios nos perdona. Y si nos quedamos cortos en nuestros buenos propósitos, Él suplirá lo que nos falta. Lo importante es luchar, seguir esforzándonos y estar abiertos a Dios.



IFC.