miércoles, 3 de agosto de 2016

Respuesta de Jesús a la mujer cananea.

El evangelio de hoy es el de la mujer cananea, Mateo 15,21-28. La cananea era pagana y pide que su hija sea liberada de un demonio. Los díscípulos piden al Señor que la atienda y Jesús le responde que no está bien echar a los perrillos el pan de los hijos. Finalmente ante su insistencia, alaba su gran fe y libera a su hija del demonio.

En primer lugar vemos la oración de intercesión al Señor por los demás que todos hemos de practicar reflejada en la petición de los discípulos.

A continuación la respuesta de Jesús. Los judíos llamaban a los paganos perros que para ellos eran un animal impuro. Aunque parece que Jesús suaviza con un diminutivo y dice "perrillos".

¿Es que Jesús rechazaba a los paganos y luego cambió de opinión? En absoluto. Él mismo los evangelizó en muchas ocasiones y después de su Resurrección y Ascensión se lo encomendó a sus apóstoles y  discípulos. Pero así como una piedrecita lanzada al agua genera círculos concéntricos expansivos, era de ley predicar el evangelio primero a los judíos y en expansión a los paganos y así cumplir las escrituras en lo referente a la salvación universal. 

La oración de la cananea tiene una fe llena de confianza, es perseverante sin desanimarse, clara, humilde y perfecta, ya que, al contrario que una buena parte de los judíos, esta pagana reconoce a Jesús como el Mesías que había de venir a salvarnos. Lo llama Señor e Hijo de David. Y Jesús conmovido, alaba su gran fe, como hizo con otros paganos que aparecen en el Evangelio y libera del demonio a su hija.

Estas palabras favorables de Jesús a la cananea y a los paganos, servirán de recuerdo a algunos pequeños sectores judeocristianos de las primeras comunidades, que eran algo duros con los no judíos en las comunidades.

En mi opinión, el Señor probablemente estaba calibrando y sondeando amorosamente por un lado la fe en la oración intercesora de sus discípulos, y por otro hasta donde llegaba  la fe de esta mujer pagana y su amor por Dios y por su hija.

De nuevo, nos encontramos con uno de esos pasajes bíblicos, que a primera vista parecen fríos y ásperos, cuando la realidad es que contienen un gran Amor y una gran ternura por parte de Dios a la humanidad.

Por eso es tan necesario dejar los prejuicios a un lado y estudiar las Escrituras y el depósito de la Tradición de la Iglesia Católica.

IFC.