sábado, 13 de diciembre de 2014

Himno sobre la profecía de Elías. San Romano el Melódico.

San Romano el Melódico (?-hacia 560), compositor de himnos. Himno sobre la profecía de Elías; SC 99, pag 337
 

“Qué glorioso fuiste, Elías...que fuiste arrebatado en torbellino ardiente,...aplacarás la ira antes que estalle...” (cf Eclo 48,9-10)
 
"Ante las perversidades de los hombres, Elías, el profeta, premeditaba un duro castigo. Viéndolo el Misericordioso le respondió al profeta: “Conozco el celo que tienes por el bien (cf 1R 19,14) Te irritas porque estás sin reproche, ¿no puedes perdonar? Yo no puedo dejar perder a uno solo, (cf Mt 18,14) yo, el único amigo verdadero de los hombres.” (cf Sap 1,6)

    Luego, viendo el Maestro el humor terrible del profeta respecto a los hombres, se preocupó de su raza. Alejó a Elías de la tierra que habitaba, diciendo: “¡Aléjate de la tierra de los hombres! Yo mismo, en mi misericordia descenderé con ellos, haciéndome uno de ellos. ¡Deja la tierra y sube, ya que tú  no puedes tolerar la faltas de los hombres. Pero yo, que soy del cielo, viviré entre los pecadores y los salvaré de sus faltas, yo, el único amigo verdadero de los hombres.

    Si tú no puede habitar con los hombres culpables, ven aquí, vive en la región de mis amigos, donde ya no hay pecado. Yo voy a bajar, porque yo soy capaz de tomar sobre mis hombros la oveja perdida (Lc 15,5) y llamar a los que sufren: “¡Venid, todos, pecadores, venid a mí, descansad!” (Mt 11,28) Porque yo no he venido para castigar a los que he creado sino para arrancarlos del pecado y de la impiedad, yo, el único amigo verdadero de los hombres.
 Así, Elías, cuando fue arrebatado al cielo (2R 2,11) apareció luego como la figura del futuro. Este tesbita (1R 17,1) fue arrebatado en un carro de fuego.


Cristo fue elevado por las nubes y las potestades celestiales (Ac 1,9). El primero dejó caer desde lo alto del cielo su manto para Eliseo (2R 2,13). Cristo envió a sus apóstoles el Espíritu Santo, Defensor (Jn 15,26) que nosotros, en el bautismo recibimos y que nos santifica, como lo enseña aquel que es el único amigo verdadero de los hombres".